Exoesqueleto

Entonces tendrás la impresión de ver cascajos secos, como aquellos despojos correosos y marrones abiertos en canal y despanzurrados, que viste en la facultad de Medicina de Asunción, que ya no se parecían en nada a cuerpos humanos. Como esos bichos cascarudos y resecos que dejan las arañas luego de chuparles todo el juguito. Y te dirás: cuando W. Reich hablaba de la coraza caracterológica se acercaba bastante a la realidad, aunque con la metáfora de la armadura medieval: una rigidez del carácter somatizada, enfundando y ahogando lo auténticamente humano. Y en aquella época te imaginabas aprisionado por una "armadura caracterológica" de la que, según se decía, era casi imposible despojarse. ¡Pues no! ahora ves que uno –sea lo que eso sea– no está adentro sino prácticamente afuera, en la superficie, que no se es sino un servomecanismo de la armadura. Y encontrarás una figura que mejora la de Reich, dirás: exoesqueleto. Impenetrable, como los cangrejos, los escarabajos, los Predators, los Aliens...

¿En qué fuego derretiremos ese hielo? ¿Con cuántas lágrimas horadaremos esa piedra? ¿Con qué calor enfrentaremos ese espanto? ¿Cuántos rosarios de implorar perdón tendremos que rezar? ¿Cuánto agradecimiento por la maravillas que nos han tocado habrá que acumular en ese sitio donde se supone que tenemos el corazón?

[Barcelona, mayo 2002]

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