Mañanita en el Parc















Camino hacia la zona del monolito cuando el sol comienza a despertar los colores. Una nube de niebla larga rueda valle abajo dejando en el aire una curiosa sensación de transparencia. Llego al límite del predio cautivado por la nitidez del paisaje. A lo lejos un pájaro canta desde la espesura y ese canto parece inundarlo todo. Siempre he envidiado a un bicho tan pequeño capaz de expresar tanta alegría de vivir. Ahora caigo en que quizás es porque no canta sólo en su nombre, como si esto que llamamos la naturaleza o la vida cantara con él. Cuando su canción me alcanza, trato yo también de llegar hasta él hasta que me parece sentir su palpitación. Un latido fuerte, pleno y desafiante. No me pidáis que explique cómo, pero siento esa vida en el pequeño pájaro vocero de los pinos, de la fronda del torrente, de las flores silvestres y las nubes rodantes. Entonces inesperadamente experimento eso que vive también en mi cuerpo, o en mí a secas. Es como una comunión y mientras agradezco por un momento fugaz e imborrable el pájaro y yo somos lo mismo. Los jirones de niebla se van disipando y el día promete ser espléndido. Doy media vuelta en paz y voy a por el desayuno. 

[ParcÒDENA, mayo 11, 2013] 

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4 comentarios:

  1. Esas rarezas que tienen los parques a la mañana. Un fenómeno que se repite, saltando distancias, continentes. El rocío, los pájaros, el pulso magnético, la mirada hacia lo alto, árboles que susurran silencio. Y ese mutismo da el lugar a encontrar internamente eso tan indecible, breve, fugaz, pero inmortal, viajero, alegre.
    La mueca que acompaña esa conexión es de alegría, siempre.

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    1. Que lindo comentario, mariano. Ahora que citas los continentes, hay otra rareza: sentirse en la Tierra, en el planeta, como si no existiesen los países... Me gustó lo de la "mueca". Gracias.

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  2. Me reconozco en tus palabras, estos valles, estos silencios se parecen a los mios....cuando en el silencio más profundo surgen las preguntas y las respuestas van apareciendo en la brisa, en el canto, en la levedad de las hojas que caen...gracias por compartir!!

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    1. Gracias a tí, Mabel por el comentario. Y sí, parece que uno tiene mucho ver con todo ser vivo...

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